El asombro es aquella sensación que experimentamos al descubrir por primera vez algo que no conocíamos. ¡Se siente como si hubiésemos estado viviendo en la oscuridad y de pronto un rayo de luz lo iluminara todo! Primero nos encandila, nos deslumbra, se nos dilatan las pupilas y el corazón galopa imparable. Pero a medida que pasa el tiempo nos vamos acostumbrando a esa luz y el cuerpo vuelve a su estado normal.
Muchas veces me pregunto que nos ha pasado como humanidad, que a medida que crecemos dejamos de asombrarnos. ¿Cuándo fue que dejamos de descubrir formas en las nubes? Cuando éramos niños nos asombramos de casi todo y es comprensible, ya que durante la niñez descubrimos el mundo, enfrentándonos a diario a infinidad de momentos de asombro.
Y me pregunto ¿Será porque lenta e inconscientemente nos vamos creyendo que lo sabemos todo? ¿Será que nos vamos quedando dormidos por la comodidad y el confort? ¿Por qué será que lentamente vamos perdiendo esa curiosidad con la que llegamos al mundo?
Hoy los invito a intencionalmente exponerse a cosas nuevas, nuevos sabores, colores, texturas, aromas y sonidos. Solamente así, a través del asombro y la creatividad, continuaremos aprendiendo y desarrollando nuestros conocimientos. Recuperar la capacidad maravillosa de asombrarnos nos llevará a descubrir nuevos mundos.
Cada día hay mucho por aprender. Asómbrate de la naturaleza, de todo lo que tienes a tu alrededor para salir de las sombras y adquirir nueva luz.
Detente. Mira las flores y regálate un momento para disfrutar de su fragancia. Te asombrará ver tu creatividad resurgir y un flujo innovador te guiará a un espacio de frescura adormecido en tu interior.
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