¡El sábado amanecí emocionada! Eran las 7 am y estaba invitada a participar de una formación para mentores en la Universidad.
Mientras me maquillaba noté una energía en el cuerpo. La misma que sentí a los 7 años, cuando mi papá me llevo por primera vez a pescar en altamar.
¡Que fiesta! Por fin podía ir con los grandes! Iba a tener una caña con riel para mi sola! ¡Iba a aprender a pescar en alta mar!
Y me pregunté; ¿porque será que llega esa memoria en este momento?
Recordé que ese día aprendí lecciones importantes:
1-Que tener mi propia caña implica asumir responsabilidades.
2- Que pescar en alta mar permite acceder a más pescados solamente si estoy dispuesta a aceptar aventuras de olas, tormentas, y olor a pescado.
3- Que para ser buena pescadora tengo que continuamente mejorar mis habilidades y eso se logra saliendo a pescar con asiduidad y con pescadores que saben más que yo.
Aquella emoción en el cuerpo significaba que después de mucho tiempo estaba volviendo a “salir a pescar en alta mar”!
En esta oportunidad, asumir la responsabilidad como mentora, implica aprender y mejorar mis habilidades aprendiendo de otros mentores más expertos que yo.
“Salir a pescar en alta mar” me repetí casi sorprendida casi como si hubiese descubierto la pólvora.
En un mundo que se mueve a una rapidez exacerbada, crecer y asumir responsabilidades es mandatorio. Casi que la única opción para sobrevivir.
Salir a pescar en altamar es más relevante que nunca!
La ley de la selva enuncia que sobrevivirá el más fuerte.
¿Y quien es el más fuerte? Cómo te puedes preparar para ser el más fuerte? ¿Fuerte se refiere a fortaleza mental, espiritual, física o cultural, o a todas ellas juntas?
Me quedo muy claro que para ser fuerte debía “Salir a pescar en alta mar” y que eso estaba haciendo en ese momento! ¡Estaba saliendo a pescar en altamar!
Si salir a pescar en altamar fortalece para sobrevivir.
Yo me pregunto…
¿Cuando fue la última vez que tú saliste a pescar en alta mar?
¿Que estás esperando para salir a pescar en altamar hoy mismo?